Corría el 2011 y Sandra Patricia Torres Guisao estudiaba enfermería en Bogotá. Bajo el frío de la ciudad, cada semana esperaba la llamada de Ninfa Guisao Manco, su madre, quien vivía en el Chocó. Pero en abril de ese año, Sandra perdió el contacto con su mamá y aunque viajó hasta el noroccidente de Colombia para buscarla, no pudo encontrarla.
«La última vez que yo hablé con mi mamá fue el 12 de abril, quedó de llamarme un domingo, creo que era el domingo 17 de abril. Pero nunca me volvió a llamar y yo me preocupé porque ella siempre me decía: «Te llamo tal fecha». Y ella me llamaba», recordó Sandra.
Las conversaciones telefónicas entre ambas eran frecuentes, a veces Ninfa llamaba varias veces en una misma semana. Cuando corrían con suerte, tenían la posibilidad de hablar hasta por más de dos horas. Así fue siempre la relación de Sandra con su mamá, de quien fue separada siendo apenas una niña. Por eso, ella atesora con amor los pocos momentos que compartió con su madre.
«Tengo muy buenos recuerdos de mi mamá, aunque no me crié con ella. Los momentos que compartimos fueron especiales, únicos… Siento como si los hubiera vivido toda la vida. Mi mamá era una persona muy alegre, era demasiado recochera, a todo le sacaba un chiste. Físicamente era hermosa, lo que más resaltaba en ella era su cabello, la vida de ella era su cabello; era largo, negro y ligeramente ondulado. Para mí era la más hermosa», relató Sandra.
Cuando Ninfa desapareció, Sandra recibió una llamada en la que le informaron que su madre había muerto en medio de las hostilidades del conflicto armado. La noticia la dejó en shock, dijo ella. «En ese momento pensé: mi mamá debe estar por ahí jodiendo y riéndose, pero fue complicado. Me dije: «Esperemos, porque ella quedó de llamarme, ella me va a llamar». Pasó domingo, lunes, martes y ahí dije: no…».

Por su propia cuenta, Sandra emprendió la búsqueda de su mamá. La información que pudo recopilar le permitió establecer que el cuerpo de Ninfa habría sido trasladado al municipio de Apartadó, en la región del Urabá antioqueño. Como pudo, viajó desde Bogotá hasta allá, pero no pudo recuperar el cuerpo de su madre y regresó a la ciudad con las manos vacías.
La investigación humanitaria y extrajudicial realizada dentro del Plan Regional de Búsqueda Eje Bananero, del equipo de la UBPD en el Urabá, logró establecer que Ninfa murió en 2011 en el municipio de Riosucio, en el Chocó, bajo el contexto del conflicto armado. Posteriormente, fue trasladada al municipio de Apartadó e inhumada como cuerpo no identificado en el cementerio central, junto con otros cinco cuerpos que compartían circunstancias similares, pero que, a diferencia de Ninfa, habían sido identificados.
A pesar de que en ese momento Sandra logró reconocer ante las autoridades a su madre, luego de ver algunas fotos de su cuerpo, no pudo tramitar su entrega porque aún no cumplía la mayoría de edad ni pudo saber en qué lugar había sido inhumado.

La espera de Sandra para poder reencontrarse con su madre tuvo fin gracias a la labor de la Unidad de Búsqueda, que en 2024 realizó la intervención forense del Cementerio Central de Apartadó, logrando recuperar el cuerpo de Ninfa Guisao en una bóveda del pabellón ‘Ángel de mi guarda 1’.
Tras recuperar el cuerpo, la Unidad de Búsqueda contactó a Sandra, quien recordó que en principio estuvo llena de dudas: «Fue duro porque era revivir heridas que de una u otra forma estaban cerrando, pero que al final no estaban cerradas. Evadí mucho a la Unidad de Búsqueda porque no quería hacerme ilusiones».
En 2025, luego de que el Instituto Nacional de Medicina Legal confirmara plenamente la identidad de Ninfa, la Unidad de Búsqueda le entregó de manera digna a Sandra el cuerpo de su madre a través del Plan Regional de Búsqueda del Valle de Aburrá, del equipo de la UBPD en Antioquia.

La ceremonia tuvo lugar en Medellín, en el Jardín Cementerio Universal, donde Sandra estuvo acompañada de su hermana, sus dos hijas, su abuela y su mejor amiga. Ella misma cargó el cofre con el cuerpo esqueletizado de su madre y lo llevó hasta el osario donde ahora puede visitarla para iniciar todas esas conversaciones que quedaron pendientes a causa de su desaparición.
«La verdad me siento triste porque hubiera querido que la historia hubiera sido otra, pero tranquila porque sé que está en un lugar digno, donde puedo visitarla. Lo que importa es el alma de ella y lo que llevo en el corazón», expresó Sandra.
El Plan Regional de Búsqueda Eje Bananero tiene un universo de 3.778 personas dadas por desaparecidas. A la fecha, la Unidad de Búsqueda ha realizado 4 intervenciones en el Cementerio Central de Apartadó entre 2024 y 2025. En la segunda se recuperó el cuerpo de Ninfa Guisao Manco.
Por su parte, el Plan Regional de Búsqueda del Valle de Aburrá tiene un universo de 5.489 personas desaparecidas. En Antioquia, la cifra asciende a 25.794 personas desaparecidas y en Colombia, a 132.877.