Rafael María Borrero Zambrano fue un hombre que decidió en la década de 1980 labrar el futuro de él y de su familia vendiendo abarrotes a lo largo de la ribera del río Apaporis, en el Amazonas colombiano. Lo hacía en su lancha a motor, en la que comerciaba víveres con las comunidades indígenas de lo que en ese entonces se conocía como Pacoa, en la antigua comisaría del Vaupés. También se trasladaba en uno de los pocos vehículos oficiales que estaban en ese territorio.
“Él (Rafael) era chofer, manejaba una de las volquetas de la comisaría del Vaupés, en ese tiempo; hoy en día es San José del Guaviare”, relata su hijo, Julio César Borrero Palacios.
La intensidad del conflicto armado en Colombia alcanzó y afectó a Rafael y a su familia el 18 de septiembre de 1986, último día que se tuvo conocimiento sobre él. Le escribía cartas a su hijo con regularidad, pero la última carta que Julio César recibió fue de su media hermana materna, en la que le comunicaba la posible muerte de su padre.
Según los relatos recopilados por el hijo, Rafael habría sido asesinado al negarse a suministrar combustible a los integrantes de uno de los actores armados que estaban en esa zona. Para entonces, Julio César no tenía más de 13 años. Desde ese momento, inició la búsqueda de su padre, camino en el que lo ha acompañado su esposa los últimos años.
“Sé el tiempo y la dedicación que él ha tenido en la recuperación de mi señor suegro y espero seguir con él, acompañándolo después de este proceso, ya que como pareja bregamos para que nuestros hijos no pasen por lo mismo que él pasó, porque no fue bueno en su niñez”, relata Clemencia Parente, esposa de Julio César.
En su trasegar, el hijo buscador se enteró hace 13 años de que el cuerpo de su padre había sido llevado al territorio ancestral indígena de Pacoa, hoy en día resguardo indígena La Victoria, en el Amazonas, aquel mismo 18 de septiembre.
En 2019, los capitanes de la comunidad indígena reconfirmaron que el cuerpo de Rafael estaba inhumado en ese lugar, marcado con una cruz de madera en la que estaban el nombre y la posible fecha de su muerte. En 2021, Julio César supo de la existencia de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) y decidió que esta entidad sería la única a la que le confiaría la ubicación y prospección del cuerpo de su padre, por lo que le solicitó que liderara el proceso.
”Bajo consulta previa, primero entraron al territorio y consultaron si podían entrar o no podían entrar (…) Decirle a la comunidad en general, en cabeza del capitán del 2022, que era Alfredo; decirle que yo como líder y como familiar del señor Rafael, que fue el que recuperaron allá, mi más sincero agradecimiento para con ellos. Me hubiera gustado su presencia, porque de una u otra manera ellos intervinieron y ayudaron a la Unidad de Búsqueda a que fuera posible esta recuperación con el permiso y la colaboración”, relata Julio César al destacar los procesos de concertación de la UBPD con las comunidades indígenas, quienes permitieron la prospección y recuperación del cuerpo de su padre en junio del 2022.
La tarea de Julio César no culminará con llevar el cuerpo de su padre al lugar donde podrá visitarlo. Ahora, él emprenderá un nuevo camino hacia la visibilización de las demás víctimas de desaparición en el Amazonas y de sus familias.
“Me gustaría decirles a estas personas que buscan a sus familiares que no desistan, que no decaigan, que sigan empujando, que sigan buscando, que sigan denunciando, que nunca bajen la bandera; de la mano con la UBPD, que es la entidad que está encargada de este tema (…) Hay muchos que por temor no denuncian, no informan, no dicen nada. Muchas veces tienen conocimiento de que su familiar sí está desaparecido y tienen de pronto una zona que a ellos, de pronto, les han comentado dónde puede estar su familiar, que se acerquen a la UBPD”, concluyó.
Frente a este reto, la coordinadora del equipo de la UBPD para Bogotá, Cundinamarca y Amazonas, Sol Alonso, afirmó que se cuenta con los mecanismos y protocolos necesarios para atender a las familias buscadoras de esta región del país. “Importantísimo para nosotros todo el enfoque étnico que tenemos que aplicar en el trabajo que hacemos, con tanta interculturalidad que encontramos acá, no solamente de pueblos indígenas, sino también del trabajo transnacional e interfronterizo que nos enfrenta a retos como personas que buscan, que viven del otro lado de la frontera, pero también con hechos de desaparición y lugares de disposición en esos otros lugares que comparte este increíble lugar que es la Amazonía”.
Si Rafael viviera, tendría 103 años. Por eso su hijo, sus nietos y demás familiares lo honraron sembrando un árbol en una reserva ubicada en la región que tantas veces recorrió su padre: la Amazonía. “Aquí queda quien en vida fue mi señor padre. Aquí crecerá y lo recordaremos siempre que queramos verlo, pues aquí yo creo que podemos venir a ver el arbolito”, dijo con tranquilidad Julio César al dirigirse a las nuevas generaciones de los Borrero, que lo acompañaron en todo el proceso de entrega digna.
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