El 6 de diciembre de 2011, en el Cementerio Católico de Buga, se inhumó el cuerpo de Julián*, un joven campesino de 21 años de tez blanca, cabello castaño claro y labios gruesos que falleció en acciones del conflicto armado. El 6 de diciembre de 2023, después de 12 años de ese hecho, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) encontró su cuerpo en una bóveda simple y blanca, etiquetada como «masculino, 20 años».
Julián desapareció del seno de su familia sin mayores pistas en 2004, dejando a su madre, doña Amparo, sin otras respuestas más que «se lo llevaron y nunca lo hemos vuelto a ver».
Años más tarde, le informaron que su hijo, quien para esa época tendría entre 19 y 20 años, había fallecido en medio de un enfrentamiento entre grupos armados en la zona y que su cuerpo había sido llevado a un cementerio, pero nunca supo la ubicación exacta. El temor a las retaliaciones que podía generar el averiguar abiertamente por información adicional relacionada con Julián la llevó a pensar que nunca podría encontrarlo.
Debido al manejo que los cementerios municipales suelen dar al registro de los cuerpos no identificados o identificados no reclamados, entre reubicaciones, remodelaciones y pérdida de documentos, muchas personas que han sido desaparecidas en razón del conflicto armado pueden desaparecer por segunda vez, haciendo que sus procesos de búsqueda tarden años o en muchos casos sean imposibles de concluir.
Gracias al registro meticuloso de la administración del Cementerio Católico de Buga y el médico forense del municipio, en un trabajo articulado entre la Unidad de Búsqueda, el Instituto de Medicina Legal y la Corporación Humanitaria Reencuentros, el cuerpo de Julián fue recuperado e identificado en solo cuatro meses.
«Encontramos a Julián después de una revisión meticulosa de documentos de varios cuerpos identificados inhumados estatalmente en 2011, pero que no habían sido reclamados y que por la fecha de fallecimiento podrían corresponder a acciones bélicas donde murieron varias personas, en su mayoría combatientes. El reto más grande fue encontrar a su familia y para eso requerimos el apoyo de aportantes de información”, explicó Marcela Rodríguez Guzmán, investigadora de la UBPD en el Valle del Cauca.
La metodología que agilizó la búsqueda e identificación de Julián es conocida como Triage y consiste en la revisión y contrastación documental de registros tomados en el momento de su muerte, con la información entregada por las personas que conocieron o presenciaron su desaparición y los hallazgos encontrados en el cuerpo al momento de ser recuperado en el cementerio.
Después de 12 años de su desaparición, las partes que tenían la información se reunieron, la intercambiaron y encontraron la respuesta que para la señora Amparo parecía imposible. El 9 de abril de 2024, mismo fecha en que se conmemoran el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado, Julián regresó a su casa.
«A pesar de que Julián ya no está con vida, me siento contenta y muy agradecida porque ustedes pudieron encontrarlo», dijo doña Amparo, con más silencio que palabras, durante la ceremonia desarrollada en el municipio vallecaucano de Calima El Darién.
En un acto solemne, acompañado por autoridades de la alcaldía municipal que facilitaron las instalaciones y recursos necesarios para que los deseos de la familia fueran satisfechos, la comunidad de este municipio reconoció las afectaciones que en algún momento el conflicto armado dejó en su territorio y vió en la historia de Julián y Amparo una esperanza para encontrar respuestas.
Esta acción humanitaria hace parte de la puesta en marcha del Plan Regional de Búsqueda Occidente del Valle del Cauca, el cual comprende la búsqueda de 694 personas desaparecidas en razón del conflicto armado en los municipios de Bolívar, Calima El Darién, El Dovio , La Cumbre, La Unión, La Victoria, Restrepo, Riofrío, Roldanillo, Trujillo, Vijes, Yotoco y Zarzal.
*El nombre fue cambiado para proteger su identidad y por petición de la familia.