Fue en mayo de 2008 cuando Edgar, Iban y Oscar, tres jóvenes campesinos del municipio de El Tambo, en Nariño, salieron de su pueblo con la ilusión de lograr un trabajo y poder apoyar económicamente a sus familias. Se despidieron de sus madres, hermanas, esposas y primas con la promesa de regresar pronto, de venir a desfilar en el grado y de traer recursos para hacerles una mejor vida a sus madres y familiares. Edgar, además, acababa de convertirse en padre; su hijo, quien tan solo tenía dos meses, se había convertido en su motivación para buscar mejores condiciones de vida.
Edgar e Iban eran hermanos, habían crecido en una familia de siete hijos, rodeados del amor de su madre y muy cerca de su primo Oscar. Una de sus hermanas recuerda que los tres siempre permanecían juntos, salían a jugar y llevaban a casa a sus amigos para que sus madres les compartieran alimentos. La comunidad les recuerda como personas generosas y muy alegres.
Los tres salieron a las montañas del Resguardo de El Sande sin saber que en medio de las tensiones y la confrontación entre los grupos guerrilleros que hacían presencia en la zona y el Ejército Nacional serían señalados de ser informantes. Fue así como la primera semana de julio de 2008 fueron sacados de la finca en la que trabajaban y no se tuvo más razón de ellos.

Días después, personas de la comunidad hallaron sus cuerpos y asumieron una tarea humanitaria urgente. Al no conocer a sus familias y ante las difíciles condiciones de seguridad del territorio, decidieron recuperarlos y brindarles una sepultura segura y digna. De esta manera, la comunidad del resguardo recogió sus cuerpos, hizo una caminata y los dispuso juntos en un lugar guardando sus pertenencias y protegiendolos durante todos estos años.
Sus familiares recibieron información sobre la posible muerte de los jóvenes, sin embargo fueron advertidos de no buscarles en el territorio debido al riesgo para sus propias vidas. Fue así como pasaron 17 años de búsqueda y espera para esta familia conformada, especialmente, por mujeres que nunca pararon de esperar a sus hijos, sus esposos y hermanos. Ellas mantuvieron la ausencia en silencio, persistieron en medio del miedo y hoy continúan caminando el proceso de sanar el dolor.

En 2023, en el marco del mandato comunitario por La vida, la paz y la naturaleza, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), en articulación con las autoridades etnicoterritoriales, inició un trabajo sostenido y permanente en la búsqueda de personas dadas por desaparecidas en un territorio aproximado de 8.800 hectáreas, en donde se presume la disposición de más de 100 cuerpos. Con el propósito de aliviar el dolor de las familias y a su vez sanar y armonizar el territorio, se han documentado distintos sitios de disposición y se adelantan labores de prospección y recuperación.
La primera de ellas tuvo lugar en agosto de 2024 en la Vereda Vargas 1, donde se llegó hasta el lugar de disposición de estas tres personas, con el acompañamiento de la guardia indigena y los médicos tradicionales, y se logró su recuperación. Posteriormente, sus cuerpos fueron trasladados al Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, donde se confirmó la identidad plena de los tres jóvenes y fue posible su individualización gracias a las muestras genéticas y la información aportada por la familia y la comunidad.
Durante la entrega digna, llevada a cabo a mediados de diciembre de 2025, una de las mujeres buscadoras expresó: «Nada de esto es del pasado, lo sufrimos en el presente y ahora con ellos acá también lo aliviamos, porque ellos siguen en nuestro recuerdo y en nuestros días, ellos son presente».

En este espacio se evocó la memoria de Edgar, Iban y Oscar a través de la lectura de cartas y el reencuentro de la familia y la comunidad. En la casa familiar, rodeados de su red de apoyo, se realizaron oraciones y cantos de alabanza que permitieron una despedida acorde con sus creencias, en un ambiente de recogimiento y cuidado compartido.
La recuperación fue posible gracias al acompañamiento de las autoridades étnicas del territorio indígena de El Sande, la corporación del Resguardo, las guardias indígenas y los médicos tradicionales, quienes brindaron apoyo durante las labores de búsqueda y recuperación, así como en los actos de armonización realizados en el lugar.
La acción humanitaria contó con la articulación de distintas entidades e instituciones, entre ellas la administración municipal de El Tambo, que brindó apoyo logístico y acompañamiento durante la entrega digna. También participaron la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas y el Instituto Nacional de Medicina Legal. Todas estas contribuciones fueron clave para el desarrollo del proceso de búsqueda, recuperación e identificación.

Durante el acto de entrega digna, familiares y personas cercanas a Edgar, Iban y Edubier compartieron reflexiones sobre el sentido de este proceso de búsqueda y la importancia de que estas historias sean conocidas por otras familias que aún esperan respuestas. Uno de los familiares expresó: «Queremos que esta historia se sepa para que sea un testimonio para otras personas, otros papas, otros hermanos, otros familiares que puedan seguir creyendo y confiando en la Unidad de Búsqueda, puedan encontrar a sus seres queridos y puedan sanar el dolor que esto nos dejó. A ellos los seguiremos recordando en sus sonrisas y sus trovas».
En la actualidad, la UBPD en Nariño continúa la búsqueda de las personas dadas por desaparecidas, cuyo universo, a la fecha, asciende a 1.010 personas en el centro de la zona Andina del departamento.

Si desea comunicarse con la UBPD en San Juan de Pasto, puede llamar o escribir a las líneas telefónicas 3173668188 y 3173688028. O puede acercarse a la calle 20 # 31 C – 23 (piso 1 y 2, barrio Las Cuadras).