Los años de incertidumbre y angustia terminaron para la familia Paredis Martínez. Luego de un recorrido de casi 1.000 kilómetros desde Saravena, en Arauca, el cuerpo de Rafael Ricardo Paredis regresó finalmente a su hogar en Achí, Bolívar, una región fértil de La Mojana.
La familia reportó que su desaparición había ocurrido en 2014. Conforme pasaba el tiempo, sus padres y nueve hermanos conservaban la esperanza de encontrarlo con vida. Soñaban con que el joven risueño volviera a casa para jugar fútbol o compartir esos momentos inolvidables que vivían.
El cuerpo de Rafael Ricardo fue sepultado en su vereda natal: Gallego Arriba, en Achí, donde creció amando el campo y la agricultura; entre caños, sembrados de arroz y frondosos árboles que arropan su casa de madera, la misma en la que vivió hasta cuando tenía 23 años.
“Era el último de la familia, el pechichón, pero sí bien criado. Era amable, tratable, respetuoso, un joven activo, trabajador y obediente”, recuerda Hilda Quiroz Montalvo, una de sus tías.
El regreso a casa
El hallazgo de un cuerpo que podía corresponder al de Rafael se conocía desde hace algún tiempo. A la Alcaldía de Achí llegó un aviso en donde se mencionaba que Rafael podría estar sepultado en un cementerio de Arauca. Pero su familia y amigos guardaban la esperanza de que lo pudieran encontrar con vida, que llegara caminando de la misma forma como un día salió de su pueblo.
La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) se convirtió en la esperanza de la familia para poder cerrar este ciclo de dolor e incertidumbre. Una vez presentada la solicitud de búsqueda, se adelantó la investigación humanitaria y extrajudicial que condujo a la recuperación del cuerpo que podría corresponder a Rafael.
Unos meses después, el Instituo de Medicina Legal y Ciencias Forenses le confirmó a la familia que el cuerpo recuperado correspondía al de Rafael Ricardo. Aunque daba paz, fue una noticia dolorosa.
“La familia Paredis Martínez siente hoy una gran satisfacción, un agradecimiento con la Unidad de Búsqueda que se ha empeñado en ir hasta esa zona tan lejana de Arauca y comenzar la investigación que nos deja satisfechos y convencidos de que recibimos el verdadero cuerpo de nuestro sobrino”, añade Hilda, luego de escuchar la explicación de Medicina Legal.
Nueve años después de buscar, la familia regresó a la Alcaldía de Achí, el mismo lugar donde un día les informaron que posiblemente estaba el cuerpo de Rafael. El lugar en el que se reunieron para despedirlo estaba rodeado de flores, velas, aromas y mensajes escritos a mano. Algunas de esas dedicatorias fueron de quienes eran unos niños cuando el menor de sus tíos desapareció. También se encontraba el dibujo de una paloma colorida, revestida de retazos de papeles con los mensajes que escribieron y un arco de fútbol en el que se asomaba un balón.
Unas horas después, Rafael estuvo por última vez en su casa. En la entrada se colocó un altar con flores y velas. Gallego Arriba dista unos 20 minutos en carro desde el casco urbano de Achí, por un camino tan difícil de transitar que es común ver vehículos todoterreno atascados.
Durante toda la mañana la familia se reunió con amigos y vecinos para homenajear y despedir a Rafael. Héctor, su padre, entrado en años y con una vista que solo le permite ver sombras -como él mismo dice-, agradeció la espera.
Después de una ceremonia religiosa y de un almuerzo comunitario, que demostraba la unión de los presentes, el cuerpo fue llevado finalmente al cementerio municipal.
La espera terminó. Aún, en medio del dolor, la familia Paredis Martínez sintió paz. En adelante ya tendrá un lugar para recordar y honrar la memoria de su hijo y hermano. El cuerpo de Rafael quedó al lado de la tumba de María, su madre, quien falleció con la esperanza de reencontrarse con él.