La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) recuperó en el municipio de Bojayá, en el Chocó, dos cuerpos de personas desaparecidas en el resguardo Opogadó doguadó. La acción humanitaria se llevó a cabo en el marco del Plan Regional de Búsqueda de Alto y Medio Atrato, cumpliendo con la medida cautelar establecida en el Auto 180 de 2020 por el Juzgado Primero de Restitución de Tierras de Quibdó, que ordenó a la Unidad de Búsqueda “ubicar y exhumar los cuerpos de personas muertas a causa del conflicto armado y que estuvieran enterradas en el Resguardo, para realizar la limpieza y sanación espiritual del territorio”.
Bojayá, uno de los municipios más golpeados por la violencia en Colombia, es una región de comunidades indígenas que han sufrido la inhumación de cuerpos en sus territorios. Esta práctica ha restringido el uso del suelo para diferentes fines, la agricultura y el tránsito de los personas, causando un desbalance espiritual significativo. Por esta razón, la Unidad de Restitución de Tierras presentó una solicitud ante el juzgado que motivó la medida cautelar, la cual permitió que la UBPD desarrollara esta acción humanitaria y extrajudicial.
La recuperación de los cuerpos se realizó en total coordinación con el pueblo embera dóbida, respetando sus rituales y prácticas culturales ancestrales. Estas acciones incluyeron la presencia de jaibanás y yerbateros, quienes hicieron ceremonias espirituales para pedir permiso a los espíritus antes de intervenir los lugares. Según las investigaciones de la UBPD, se presume que los cuerpos pertenecen a excombatientes de grupos al margen de la ley que desaparecieron hace 16 años.
Uno de los cuerpos, de acuerdo con la invertigación, corresponde a una persona que murió en 2008 tras ser mordida por una serpiente. El otro cuerpo fue identificado gracias a la bulla o perturbación espiritual que los indígenas interpretan como una llamada del espíritu del muerto. Ambos cuerpos serán trasladados al Instituto Nacional de Medicina Legal para completar su proceso definitivo de identificación y posterior entrega a sus familiares.
«La claridad con la que las comunidades recordaban la ubicación de los cuerpos, la utilización de plantas para marcar las fosas y el seguimiento de señales espirituales fueron prácticas cruciales en esta recuperación. Este proceso no solo permite la sanación para las familias y la comunidad, sino que también refuerza nuestro compromiso con el respeto y la dignidad de las comunidades indígenas, las víctimas y sus familias», expresó Gissell Medina, investigadora de la UBPD a cargo del Plan Regional de Búsqueda de Alto y Medio Atrato.
Judys Elena Murillo Martínez, coordinadora de la Unidad de Búsqueda en el Chocó, destacó: «Esta recuperación es un paso fundamental hacia la sanación espiritual de los pueblos indígenas, respetando profundamente sus tradiciones y prácticas culturales, como se establece en el Protocolo de relacionamiento y coordinación con los pueblos indígenas. Es vital para nosotros honrar la memoria de las víctimas y contribuir a la restauración del equilibrio espiritual en sus comunidades. Nuestro compromiso es con la sanación integral de nuestras comunidades afros e indígenas”, finalizó.
Para este caso, el punto de partida de la investigación humanitaria y extrajudicial fue el lugar de disposición de los cuerpos. Por tanto, la labor de la Unidad de Búsqueda estaba encaminada a establecer la identidad preliminar de las personas y a encontrar a sus familias. Con uno de los cuerpos, a partir de la información proporcionada por testigos, se logró la identificación y la ubicación de los familiares; en el otro, se continúa la labor de búsqueda de los familiares.