Una montaña llena de tumbas se eleva sobre uno de los espacios mejor conservados de la vereda Mesa de Pole, en el municipio de Ataco, sur del Tolima. Allí se encuentra el cementerio veredal, un lugar privilegiado en clima y paisaje donde reposa el cuerpo Roberto*, luego de que familiares y amigos pudieran darle un funeral digno después de 25 años de su desaparición.
El equipo de Tolima de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) localizó y recuperó el cuerpo de Roberto, un joven recolector de café que por su oficio transitaba continuamente entre Rioblanco, otro municipio del departamento, y Ataco. Un 11 de marzo de 1999, después de una larga jornada de trabajo, decidió ir a Ataco a tramitar su cédula.
Ataco resultó altamente afectado por la presencia de grupos irregulares que ejercían prácticas de control territorial, incluyendo la desaparición de personas que transitaban entre las veredas Campo Hermoso, Pomarroso, Líbano, La Unión, Darien, Buenos Aires, José María Oviedo, El Cairo y Carrusel.
La desaparición de Roberto se registró en zona rural del corregimiento Santiago Pérez, donde fue interceptado por un grupo al margen de la ley que presuntamente lo asesinó porque no tenía documentos, situación les generó desconfianza. Su cuerpo fue hallado por la comunidad y enterrado en el mismo lugar debido a las dificultades para transportarlo hacia un cementerio cercano.
Su hermano Miguel* fue el primero en emprender su búsqueda, caminando la misma ruta hasta llegar al corregimiento donde la comunidad le informó del hallazgo de una persona sin vida con características similares a las de Roberto. A pesar de su ardua investigación y de estar muy cerca del lugar donde posiblemente estaba el cuerpo, tuvo miedo de continuar y terminar muerto. “Como familia campesina es muy duro saber dónde está y no poder hacer nada. Llegamos a la conclusión de cerrar este capítulo. Es importante insistir y buscar el apoyo de entidades que quieran ayudar a familias que, como nosotros, viven la misma situación”.
El resultado de esta investigación humanitaria y extrajudicial fue posible gracias a la información que recibió la UBPD por parte de los familiares de Roberto, que se contrastó con fuentes de la comunidad en el marco de la implementación del Plan Regional de Búsqueda de Cordillera Central. Su cuerpo fue recuperado en 2023 por el equipo forense de la Unidad de Búsqueda y entregado recientemente por la entidad de forma digna a sus padres y hermanos, quienes pudieron darle su último adiós en medio de lágrimas, abrazos, emotivos reencuentros y comida con sabor a campo.
Su papá, Carlos*, un minero artesanal de 78 años que pasa sus días trabajando hombro a hombro en este oficio, también buscó a su hijo en el mismo lugar que la comunidad y Miguel le habían dicho. Fue cuando se le ocurrió enterrar un alambre de púas en el sitio, exactamente a diez pasos de la carretera. Pese a que insistió con entidades judiciales, nunca logró una respuesta satisfactoria.
“Realizamos dos recorridos de localización con aportantes de información al posible lugar de enterramiento, lo que nos permitió avanzar en la recuperación del cuerpo en el área indicada, la cual contaba como referencia con un alambre de púas que años atrás había sido puesto por su padre cuando fue por primera vez a buscar a su hijo”, explicó Claudia Angelica Beltrán Barrera, investigadora de la UBPD en el Tolima.
Durante el acompañamiento psicosocial, algunos relatos de los familiares se orientaron a honrar la memoria de Roberto. “Desde que mi hermano desaparece la mente de mi madre se ha venido deteriorando. Esto (la entrega digna) tenía que pasar ahora, porque más adelante no lo podría recordar. Con el tiempo ya no nos va a recordar ni a nosotros. Para ella, ha sido muy duro todo esto”, indicó Paola*, su hermana.
“Estoy muy agradecido con todos los de la Unidad. Por mucho tiempo no sabíamos nada. 25 años de perder todo porque él era todo para mí. Nunca antes nos separamos. Cuando él comía, yo lo hacía; siempre juntos, nunca nos separamos. Cumplió su mayoría de edad y quería prestar el servicio. Le rogaron: ‘Roberto, por favor no se vaya’. Se fue como a las cinco de la mañana y desde ese momento no se supo más. Saber que lo tenemos acá ya es para mi un descanso porque yo sueño con él”, señaló su hermano Miguel.
“Aún recuerdo cuando llegaba del trabajo y se sentaba en mis piernas y se ponía a jugar conmigo. Con darle sepultura a su cuerpo, mi corazón descansa”, expresó Carlos, quien despidió a su hijo en medio de un grato reencuentro con parientes que no veía desde hace dos décadas.
Además del acompañamiento psicosocial que brindó la Unidad para las Víctimas, la jornada también contó con la participación del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses para la explicación técnica sobre el proceso de identificación a partir de las muestras de sangre realizadas a padres y hermanos con el ADN del cuerpo recuperado de Roberto.
*Los nombres fueron cambiados para proteger sus identidades.