La familia de Mario Julio Ojeda de la Hoz lo vio por última vez un día de diciembre del 2000. Él llegó a su casa en Barranquilla para entregarle 200.000 pesos a su mamá para que los gastara en lo que ella necesitara. Aprovechó la ocasión para decirles a sus allegados que estaba trabajando como vigilante en una finca en el Magdalena.
“Desde pelao, Mario Julio siempre colaboró en el hogar y le gustaba ganarse su plata haciendo todo tipo de oficios. Cuando mis papás decidieron abrir la tienda, siempre estuvo allí para apoyarlos con el negocio. Mis viejos tuvieron en él un soporte fundamental para sacar el emprendimiento adelante», expresó uno de sus hermanos.
«Tiempo después, Mario Julio prestó el servicio militar en el Ejército y quiso continuar allí como soldado profesional, pero no se le dieron las cosas”, agregó.
Según sus familiares, este hombre nunca les contó que tuviera algún problema con alguien. Por el contrario, estaba muy motivado porque la labor que hacía en la finca también le permitía ayudar económicamente a su pequeña hija de dos años, la cual estaba al cuidado de su mamá en Barranquilla. Siempre se mostró reservado sobre la ubicación de su sitio de trabajo, hasta el punto de no dar mayores detalles y que tampoco sus seres queridos lo visitaran.
Mario Julio hacía llamadas telefónicas con frecuencia a sus allegados. En 2001, en el día del cumpleaños de su mamá, la felicitó y conversaron sobre su intención de viajar a Barranquilla para compartir unos días con sus papás. Fue la última vez que tuvieron contacto con él. Con el paso de los días, la incertidumbre y la preocupación se apoderaron de ellos.
Proceso de búsqueda y entrega digna
El trabajo articulado de la Fiscalía General de la Nación y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) permitió la entrega digna del cuerpo a su familia a finales de abril de este 2024 en Barranquilla. El acto, que contó con un acompañamiento psicosocial y religioso, representó para sus seres queridos el cierre de una dolorosa etapa, que empezó la mamá de Mario Julio hace 23 años y que culminó con la inhumación del cuerpo de su hijo en el Cementerio Calancala.
“La posibilidad de acompañar y orientar a los allegados del señor Mario Julio Ojeda de la Hoz en este proceso de entrega digna nos llena de mucha satisfacción y nos impulsa como Unidad de Búsqueda a seguir trabajando para encontrar a otras personas que un día desaparecieron como él, en el marco del conflicto armado”, manifestó Ella Cecilia del Castillo, coordinadora de la UBPD en el Atlántico.