En medio de la majestuosidad de las montañas de Dabeiba, en Antioquia, habitan historias de dolor, incertidumbre y de los sentimientos que generan la desaparición de un ser querido. Entre sus veredas apacibles, donde el verde lo cubre todo, ocurrió un hecho que marcó para siempre a la familia Oquendo Salazar.
El 9 de agosto de 2010, en la vereda El Balso, tuvo lugar el deceso de Angie, una mujer de 27 años, madre de cuatro hijos, a quien le arrebataron la vida frente a los suyos. Un rumor —que luego un grupo armado reconoció como un error— fue suficiente para sembrar el terror y obligar a la familia a huir, cargando con el vacío y la tristeza de no poder despedirla dignamente.
Quince años después, la espera podría estar llegando a su fin. Una misión humanitaria de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) emprendió una travesía hacia esas mismas montañas. El relato de Célika Patricia Araújo Arzuaga, responsable del Plan Regional de Búsqueda del Sur de Urabá, da cuenta del desafío: «Íbamos por un camino de herradura donde solo podía transitar un caballo detrás del otro; de un lado teníamos la montaña y, al otro, un abismo».

Tras un trayecto de más de siete horas de camino —de ida y regreso—, acompañados por líderes comunitarios y familiares, llegaron al lugar indicado.
La recuperación del cuerpo fue una misión con un alto grado de complejidad por el tiempo transcurrido y las condiciones geográficas. El cuerpo yacía en una pendiente que amenazaba con un alud, por lo que los movimientos del equipo fueron meticulosos para extraer las estructuras óseas sin dañarlas y, al mismo tiempo, resguardar la integridad de los integrantes de la misión humanitaria. Con el sol escondiéndose tras las montañas, la prospección culminó con éxito: habían recuperado un cuerpo que podría ser el de Angie.
Este momento representa la posibilidad de cerrar un ciclo de incertidumbre para la familia, que en su momento se vio obligada al desplazamiento y a vivir sin Angie: la tercera de siete hermanos y la madre que realizaba trabajos domésticos para mantener a sus cuatro hijos en una humilde vivienda entre las montañas.

Luis Oquendo Salazar, hermano de Angie, relata: «En 2024 nosotros fuimos hasta la Unidad de Búsqueda y ahí les contamos lo que pasó con mi hermana. Lo que me dicen mis familiares es que la mataron delante de ellos y de sus hijos; y por miedo, les tocó enterrarla así como estaba. Mi familia se fue, todos nos desplazamos».
Actualmente, el cuerpo recuperado se encuentra en el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, donde se adelantan los análisis necesarios para su identificación y posterior entrega digna. La Unidad de Búsqueda continuará trabajando, en el marco del Plan Regional de Búsqueda del Sur de Urabá, con el propósito de localizar a las más de mil personas desaparecidas entre Mutatá y Dabeiba; y ofrecer acompañamiento a sus familias.
