Marta* recordó que a su hija le gustaba el vallenato. «‘¡Mamá, déjeme la radio que yo sin música no soy nada!’ Yo le respondía que no porque me lo dejaba siempre sin pilas». El mismo día en que la joven cumpliría años, le puso su vallenato favorito para despedirla. Reunió a varios de sus otros hijos para darles la noticia de que recibirían dignamente el cuerpo de su hermana.
La madre había insistido por 22 años en la búsqueda de su hija. Este año, finalmente, recibió la noticia de que a partir de una muestra de ADN que proporcionó en 2021 se halló su parentesco genético con el cuerpos de una joven que murió en 2002, en el marco de acciones del conflicto armado, en una vereda del Caquetá y que habría sido inhumada en el cementerio comunitario de La Unión Peneya, un corregimiento del municipio caquetense de La Montañita.
Durante la entrega digna, la familia y los demás seres queridos acompañaron el momento con recuerdos y anécdotas sobre la hija de Marta. El cuerpo siempre estuvo rodeado por arreglos de rosas. “Yo era pequeña, pero ella siempre nos cuidaba. Tenía un librito que nos leía”, recordó una de las hermanas. “También le gustaba ponernos bonitas”, respondió otra.
Esta es la séptima entrega digna y culturalmente pertinente de cuerpos asociados a las recuperaciones del cementerio comunitario de La Unión Peneya, realizada por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD).
La familia tuvo apoyo psicosocial para recibir el cuerpo y escuchar de parte de un experto forense del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses los hallazgos relacionados a la muerte. Después de una ceremonia y un momento íntimo entre la familia y su ser amado, todos se dirigieron al cementerio el cual la madre había elegido para darle reposo perpetuo a su hija. “Es muy doloroso, pero a la vez hay un alivio de que ella va poder descansar en paz”, dijo Marta. En el fondo, se escuchaba el vallenato.
Posteriormente, y dado que no existía ninguna fotografía de la joven, la JEP convocó a un artista para que representara el rostro de la joven, como parte de la reparación a la familia. “Mi hija tenía el pelo largo y negro, con las cejas pobladas. Mantenía siempre muy arreglada”, le decía Marta al artista. “Nunca le tomé una foto porque en esa época no eran tan comunes”. Aún así, afirmó que se parecía mucho a sus hermanas, una de las cuales se encuentra desaparecida.
“Yo le recomendaría a todas las mamás que están en búsqueda de sus hijos que no pierdan la moral. Que sigan buscando. Les recomendaría que se entrevisten con la Unidad de Búsqueda”, comentó la madre que en medio de los agradecimientos espera el encuentro con su otra hija desaparcida.
La investigación relacionada a este y otros casos de La Unión Peneya inició en 2021 a partir del informe ‘Bajo tierra piden justicia’ que la organización Red ADN remitió tanto a la Unidad de Búsqueda como a la JEP, el cual hace referencia a sitios en el cementerio comunitario del corregimiento en los que estarían los cuerpos de varias personas desaparecidas en medio de las hostilidades del conflicto armado.
A partir de este informe, la JEP impuso medidas cautelares para proteger estos cuerpos, varios de los cuales estarían asociadas al caso 07. En ese sentido, la UBPD obedece al cumplimiento de la orden judicial que la JEP decretó a través del Auto de las Medidas Cautelares en el que se insta a la Unidad de Búsqueda, bajo su mandato humanitario y extrajudicial, a realizar acciones de pedagogía y de relacionamiento con los familiares buscadores e impulsar la identificación de los 47 cuerpos recuperados hasta lograr la totalidad de las entregas dignas.
Cabe recalcar que en estas acciones prevalecen los derechos de todas las personas buscadoras y su único fin es el de contribuir a aliviar su sufrimiento sin que esto vincule investigaciones que adelanta la UBPD en ningún proceso judicial.
El caso de La Unión Peneya se enmarca dentro del Plan Regional de Búsqueda de Caquetá Centro de la UBPD. El universo de personas dadas por desaparecidas asociadas a este plan abarca, hasta la fecha, a 2.169 personas, casi la mitad de los 4.590 que componen el total del universo de desaparecidos en el Caquetá.
*El nombre fue modificado por condiciones de seguridad y privacidad de la mujer buscadora.