octubre 23, 2023

Treinta y un años esperando por María

Córdoba tiene un universo de 3.322 personas dadas por desaparecidas en contexto del conflicto armado. De estas, 437 son mujeres y 2.817 son hombres. El grupo poblacional mayormente afectado por la desaparición son los hombres entre 18 y 30 años.
  • Córdoba tiene un universo de 3.322 personas dadas por desaparecidas en contexto del conflicto armado. De estas, 437 son mujeres y 2.817 son hombres. El grupo poblacional mayormente afectado por la desaparición son los hombres entre 18 y 30 años.
  • Tierralta, ubicada en el Alto Sinú, es el municipio que reporta el mayor número de personas dadas por desaparecidas. Al menos 1.072 personas están siendo buscadas por sus familiares. 

Montería (Córdoba), 23 de octubre de 2023 – Si hay algo que conocen bien las mujeres del Sur de Córdoba es la dureza de la violencia y la fuerza vital de la resiliencia, esa misma que les permite resistir y buscar en silencio a sus seres queridos, aún en medio de la cruda realidad del conflicto que ha permeado el territorio. En esta región desapareció hace 31 años María*. Para entonces, ella tenía 17 años y era extrovertida y vivaz. La menor de cinco hermanos.

“Llegué a la casa y ella no estaba. Me dijeron que se la habían llevado unos hombres de los grupos armados. No la busqué. Yo esperaba todos los días que llegara, sola o acompañada”, recordó con dolor Elena*, madre de María. 

La historia de la familia de María se quebró tras su desaparición. Era 1992 y en Córdoba la vida en el campo estaba marcada por la disputa territorial de diversos grupos armados y la presencia de la fuerza pública. Vivían entre el temor y el desarraigo del desplazamiento, hechos que les marcaron para siempre. 

Foto: Comunicación UBPD

El día que María desapareció dijo que iría a hacer una diligencia al pueblo más cercano. Iba con Ema*, su hermanita de crianza y quien tenía 11 años. Décadas después, ella lideraría con valentía su búsqueda adentrándose, incluso, a los sitios más lejanos del Sur de Córdoba. 

“Ellos me dejaron en la calle, quedé ahí llorando y me dijeron que me fuera para la casa, que ella iba a regresar. Pero regresó en un cofre. Recuerdo que me quedé parada en el camino, me dijeron que se la llevaban para hacer un mandado y no la regresaron más… Hasta ahora. Ella me dejó y yo la encontré”, expresó Ema conteniendo su dolor. 

Ella fue la última persona que estuvo cerca de María el día que desapareció. Era apenas una preadolescente y en su cabeza están intactos los recuerdos de ese momento. De allí que varios años después reconoció a uno de los hombres que se la había llevado y lo abordó. Este le advirtió que dejara de preguntar por ella. Así lo hizo por un tiempo, pero en su mente siempre estaban dos preguntas:

¿Dónde está? ¿Qué le pasó? 

“Volví a comenzar la búsqueda cuando tenía como 35 años, ya iba sin miedo. Estuve buscándola en el Nudo de Paramillo y pregunté por ella en cada pueblo que pasaba”, recordó Ema.

Foto: Comunicaciones UBPD

Varias personas habían visto a María en algunos pueblos del Sur de Córdoba y el Urabá. Por esta razón, la familia siempre mantuvo la esperanza de que regresara. Sin embargo, en la búsqueda, Ema pudo establecer que María había fallecido en 2007 y que había sido inhumada en zona rural de Tierralta, en Córdoba. 

Con esta información ella contactó al Comité Internacional de la Cruz Roja y a la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas que de manera articulada investigaron. Se unieron al camino de la búsqueda los firmantes del Acuerdo de Paz, con quienes se logró establecer dónde estaba el cuerpo de María, el cual fue recuperado y entregado a Medicina Legal para su identificación y finalmente entregado dignamente a sus familiares en Valencia, Córdoba.

Entre el dolor y resignación

La entrega digna del cuerpo de María se adelantó bajo las consideraciones que su familia dispuso, en un ritual íntimo y familiar que les permitió recibir y despedir a su hija y hermana con amor.  

No fue un proceso sencillo, pero hoy mantienen la esperanza de la vida tejiendo lazos de fraternidad con la hija de María. “Estoy asimilando las cosas. Ya sé que ella está ahí en el cementerio, ya no hay que preocuparse de que nadie la va a molestar. Ya nada le va a pasar. Es una sensación de dolor y de resignación. Ella era la más chiquita, la más jovencita, la menor de todos”, expresó Amelia*, hermana mayor de María. 

*Los nombres fueron cambiados por solicitud de los familiares.

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