- María Doris junto a Yuliana trataron de ubicar dentro del cementerio de Aguazul, en el Casanare, el lugar donde les habían dicho que fue inhumado el cuerpo de Ander y allí pusieron una cruz de madera improvisada, una guía que ayudó a no perder la pista de la ubicación.
- «Como Unidad de Búsqueda nos alegramos de dignificar el dolor y contribuir a sanarlo», Sonia Rodríguez Torrente, coordinadora del equipo de la UBPD en Yopal.
Yopal (Casanare), 17 de noviembre de 2023 – La sede de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) en Yopal fue el lugar que la familia Sanabria Correa eligió para decirle adiós a Ander Alfonso Sanabria. Allí se hizo un reconocimiento a la búsqueda que sus seres queridos hicieron pacientemente y al acompañamiento que brindó la entidad, no solo para conocer la verdad de lo sucedido sino también para despedirlo como siempre quisieron sus hijos, su expareja y su papá.
Ander Alfonso, el mayor de cinco hermanos, nació en el municipio santandereano de Barrancabermeja. De allí salió la familia Sanabria Correa en busca de horizontes más tranquilos y con la intención de ver crecer a sus hijos alejados de la ola de violencia que acechaba en su ciudad natal.
“No me cierre la puerta que ya vengo”, dijo Ander al salir de su casa el 14 de enero de 2007, la última vez que su familia lo vio con vida.
El año en que Ander iba a cumplir 23 años de edad, ya tenía a cargo la responsabilidad de su pareja y sus dos hijos. Después de buscarlo en los hospitales, morgues y cementerios del Casanare, la familia denunció ante el CTI de la Fiscalía de Yopal su desaparición. Sin embargo, no recibieron las respuestas esperadas.
Los meses pasaron y María Doris, su madre, recibió una llamada telefónica donde le dijeron que supuestamente su hijo había muerto en acciones militares donde participó el Ejército.
Pese a la incertidumbre sobre los hechos, María Doris y Yuliana Hernández, su pareja de ese momento, recibieron información de una persona: que el cuerpo de un joven con las mismas características de Ander había sido dejado en el cementerio de Aguazul, en el Casanare.
Para esa fecha, ellas ya habían hecho varios intentos por esclarecer la verdad. Cuentan que siempre encontraron una barrera que no les permitió avanzar en su búsqueda. Por eso, trataron de ubicar el lugar donde supuestamente había sido inhumado el cuerpo de Ander y allí pusieron una cruz de madera artesanal. Esa guía les ayudaría a no perder de pista el sitio del cuerpo, si de verdad era cierto que allí estaba enterrado.
María Doris refugió su dolor en sus otros hijos y Yuliana, por su parte, estableció una nueva familia con sus dos hijos y una pareja. Las dos cuentan que siempre presintieron que allí estaba el cuerpo.
La madre de Ander cuenta que en un sueño con su hijo caminaron tomados de la mano en una playa y él, mirándola a los ojos, le dijo: «Mamá, yo sabía que usted no me iba a olvidar«. Con ese sueño, asegura, se terminó de convencer que allí sí estaba su cuerpo.
Cerca de 17 años pasaron, hasta que el equipo investigativo de la Unidad de Búsqueda en Yopal adelantó las gestiones para conocer la información de los cuerpos dispuestos en el cementerio de Aguazul entre 1995 y 2007. Luego de horas y días exhaustivos en revisión de actas, bases de datos y solicitud de información al Instituto Nacional de Medicina Legal, se realizó la intervención al camposanto que arrojó como resultado la recuperación de 29 cuerpos.
Cuenta el equipo forense que al encontrar la cruz de madera con los números 25/05/82 y un nombre que apenas se leía como Andera Sanabria, se dieron cuenta que esa pista, tras varios días de verificación, los llevó a dar con el nombre de Ander Alfonso Sanabria Correa.
“Nunca nos rendimos ni paramos de buscarlo. Aquí en la Unidad de Búsqueda nos han atendido como si fueran familia de uno”, dijo Yuliana al recordar la llamada que recibieron por parte de la UBPD.
La familia Sanabria participó en el proceso de recuperación del cuerpo, también en la toma de muestras genéticas y los diálogos de identificación que permitieron confirmar técnicamente que sí era el cuerpo de Ander.
Al tiempo, María Doris ha indagando más sobre los hechos y fue solo hasta este año que su hijo Ander fue reconocido como víctima en el subcaso 03 en Casanare a cargo de la Jurisdicción Especial para la Paz.
«Como Unidad de Búsqueda nos alegramos de dignificar el dolor y contribuir a sanarlo», dijo Sonia Rodríguez Torrente, coordinadora del equipo de Yopal de la UBPD.
El cuerpo de Ander fue enterrado en el cementerio de Yopal. La cruz de palo quedó atrás, ahora el sitio de descanso de este hombre se reconoce por una lápida en forma de libro que conserva no solo su nombre completo y correcto sino también por las últimas fotos que le fueron tomadas aún con vida.