Sirley Acevedo Arango aún recuerda aquel abril de 2005 cuando habló por última vez con su hija para días después perder su rastro. Lo que parecía un viaje sorpresa se convirtió en una larga travesía para esta madre buscadora que encontró refugio y consuelo en Ibagué, huyendo de amenazas y de la guerra. Hoy es una lideresa destacada al servicio de la comunidad en la vereda donde reside.
“Mi hija vivía en Cartago con su padre y yo en el corregimiento de Piñalito (Meta). Temía que viviera conmigo ante los constantes enfrentamientos entre grupos armados. Estábamos separados y decidimos que lo mejor para ella era estar en un lugar seguro donde pudiera seguir estudiando. Sin embargo, un día de abril ella decidió viajar diciéndole algunas mentiras a su papá y a su tía porque sabía que no le darían permiso. Cuando llamé para saber de Vanessa, para mi sorpresa, ya habían pasado tres días de su supuesto encuentro conmigo. Aunque ya había vivido de cerca la desaparición de algunos primos y mi hermano, jamás pensé que viviría un sufrimiento que con el tiempo se volvería silencioso y eterno”, relata Sirley.
Lo último que supo de su hija fue que llegó a Piñalito y se hospedó en un hotel. Por información que obtuvo de algunos habitantes de la zona, al parecer su hija se la llevó un grupo al margen de la ley.

En ríos, campamentos, fosas y terrenos donde supuestamente Vanessa había sido sepultada, esta madre ha buscado a su hija desaparecida cuando apenas tenía 15 años; y aunque muchas veces sintió morir en vida, llegó a Ibagué con la esperanza de transformar las cicatrices de su alma en arte.
Un mural plasmado en una pared de su casa evoca su mayor anhelo: encontrarla viva. Aún guarda las cartas y los peluches que a su hija le gustaban. También canta el vallenato ‘Pregúntele a su hija si es feliz’, mientras recuerda la canción que más le gustaba.
“A partir de la información remitida a la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), realizamos el establecimiento del caso con el fin de identificar las acciones que ha venido liderado Sirley, su familia y otras personas vinculadas a la búsqueda, así como las entidades estatales que han conocido del caso. La historia de Sirley es un ejemplo de templanza y dignificación que merece ser visible. Además, es una deuda que tenemos como Estado. Seguimos robusteciendo la investigación para fortalecer una hipótesis más precisa sobre su paradero mediante entrevistas, pruebas genéticas y alianzas con organizaciones para fortalecer la búsqueda en los territorios”, indicó Andrea Orrego, coordinadora territorial de la Unidad de Búsqueda en el Tolima.

De acuerdo con la coordinadora, la entidad continuará con la búsqueda humanitaria y extrajudicial de Vanessa para aliviar el sufrimiento de su madre y familiares. De esta manera se contribuye a la satisfacción de los derechos que tienen las víctimas a la verdad y la reparación como aporte a la construcción de paz.