«Él estaba haciendo una piecita para traer a una muchacha a vivir con él y lo llamaron unos amigos de la calle. Salió y me dijo: «Ahorita vengo», pero no volvió», relata Marula Guaca, hermana de un joven desaparecido en 1997 en San José de Apartadó, uno de los municipios del Urabá antioqueño. Veintiocho años después, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) recuperó un cuerpo en esa misma zona, con botas pantaneras, un pantalón oscuro, una camisa y un anillo, elementos coincidentes con la descripción de su hermano.
Esta recuperación abrió una ruta de investigación que continúa en otros predios de la región. Por ejemplo, en mayo de 2025, en una finca bananera, la Unidad de Búsqueda recuperó dos cuerpos de personas dadas por desaparecidas en el contexto del conflicto armado. Fue la primera vez que la entidad halló estructuras óseas en este tipo de predios de la zona, utilizados como lugares de inhumación y disposición clandestina. El trabajo contó con el acompañamiento de familiares y forma parte del Plan Regional de Búsqueda del Eje Bananero, que concentra 3.778 casos de desaparición.
Historias como la de Marula y los hallazgos en las fincas abrieron la segunda rendición de cuentas de la Unidad de Búsqueda en 2025, un espacio para mostrar avances y escuchar a la ciudadanía sobre la búsqueda humanitaria y extrajudicial, que se llevó a cabo en Apartadó, en Antioquia.
Allí se informó que, en el primer semestre de 2025, la entidad recuperó 915 cuerpos, de los cuales 112 fueron identificados por la entidad y 106 fueron entregados dignamente a sus familias. Desde su creación, en 2018, el balance nacional asciende a 3.405 cuerpos recuperados y 533 entregas dignas a los familiares.
Asimismo, Christian conoció en Valledupar, a los 22 años, por primera vez a su familia materna; en el Cesar, Luz Dari volvió a abrazar a sus cinco hijos tras 35 años de separación. En total, 242 personas han sido encontradas con vida desde 2018; 68 de ellas, en 2025.

Adicionalmente, los cementerios municipales se mantienen como escenarios decisivos. En Bucaramanga, en el cementerio Campohermoso, 52 cuerpos han sido recuperados en tres fases de intervención; en Neiva, 12 cuerpos fueron hallados en 13 días de trabajo, sumando 59 desde 2024; en Barrancabermeja, siete cuerpos fueron recuperados en el cementerio La Resurrección, entre ellos uno que correspondería al cabo segundo del Ejército Henry Moreno Tavera.
En Medellín, la excavación en La Escombrera removió 37.000 metros cúbicos de tierra y permitió hallar cuatro cuerpos. En el cañón del río Micay, en el Cauca, seis cuerpos fueron recuperados con el apoyo de líderes comunitarios, el Comité de la Cruz Roja Internacional y la Misión de Verificación de la ONU. En Puerto Rico, en el Meta, fueron hallados nueve cuerpos, cuatro de ellos con identidad orientada.

El universo de personas desaparecidas en el país asciende hoy a 132.877. Solo en 2025 se han registrado 5.945 nuevos casos y 3.031 solicitudes de búsqueda. La UBPD ha tomado este año 1.780 muestras biológicas de familiares y ha recibido 952 nuevos aportes de información. La estrategia de Búsqueda Inversa permitió entregar nueve cuerpos que ya habían sido identificados y permanecían bajo custodia del Estado.
En La Guajira, el pueblo wiwa recibió el cuerpo de Elibet Vega, desaparecida a los once años. En Sucre, la familia de Jimmy José esperó 14 años para la entrega de su cuerpo. En Antioquia, Rosa recibió a su hijo Edwin el día que habría cumplido 31 años. Cada entrega estuvo acompañada de ceremonias familiares o comunitarias que resignifican la espera y devuelven la dignidad.

Luz Janeth Forero Martínez, directora general de la Unidad de Búsqueda, destacó: «Poder cumplir con este mandato ético, con esta responsabilidad moral y social que tenemos de encontrar a todos los desaparecidos de nuestro país, independiente del rol que hayan tenido en el conflicto armado, refleja la naturaleza de nuestra institución, que busca sin juzgar, en la que todos los desaparecidos son importantes, así como contribuir a aliviar su sufrimiento».
La búsqueda sigue en marcha por todo el país. Las cifras del semestre hablan de avances, en los que detrás de cada número hay una historia como la de Marula en Apartadó, una familia que espera en Chalán, una comunidad wiwa en La Guajira o una madre en Antioquia. Cada hallazgo devuelve la memoria y abre un lugar para nombrar, mientras que los reencuentros confirman que la búsqueda no se detiene.