Carmen Rosa (Carmenza) Castañeda y Gerardo Angulo, ambos de 68 años, llevaban casi medio siglo juntos, unidos por un amor que nació cuando los dos tenían 18 años. Ella, oriunda de Manta, un pueblo del nororiente de Cundinamarca; y él, de origen santandereano, empezaron su historia juntos el 26 de agosto de 1950. Con mucha dedicación, trabajo, constancia y alegría formaron un gran familia: cinco hijos e hijas que les dieron nietos y nietas a quienes también les brindaron amor.

‘Lala’, como le decían cariñosamente a Carmenza, dedicó su vida a cuidar a su familia. Era dulce y amorosa con sus hijos y nietos. Gracias a su temple, perseverancia y valentía les inculcó valores y lecciones que hasta el día de hoy les ha servido para salir adelante, para no ‘vararse’ en la vida. Por esa razón todos en la familia la consultaban en busca de consejos. A ‘Lala’ también se le recuerda por ser muy devota a la Virgen María, por su sazón en la cocina (los Angulo Castañeda aún mantienen intacto en su memoria el delicioso sabor de la pasta con pollo que preparaba), por la ropa, los muñecos de tela y los manteles que confeccionaba para ayudar en la economía del hogar, por su vanidad (siempre estaba bien arreglada) y por apoyar a Gerardo en todos sus proyectos e ideas.

Gerardo era el soporte de los Angulo Castañeda, el alma de la familia. Él trabajó por años en un taller de ornamentación que montó para que a su esposa y a sus hijos no les faltara la comida, el techo o la educación. Protegerlos fue su mayor prioridad. Pero no todo en su vida era el trabajo: le sacaba tiempo a la música y a compartir con sus amistades. Tenía una guitarra, un tiple y una bandola con los que tocaba bambucos y torbellinos los fines de semana o le dedicaba románticas serenatas a Carmenza, a quien siempre le agradeció su amor, su compañía y sus cuidados.

El día a día de los esposos Angulo Castañeda transcurría entre Bogotá y La Calera, un municipio cundinamarqués cercano a la ciudad donde levantaron una tranquila y sencilla casa de descanso para pasar allí los fines de semana o las festividades y recibir a sus hijos y nietos cuando los visitaran. Para la Semana Santa del 2000 decidieron quedarse en La Calera, una decisión que cambió la vida de toda la familia.

El 19 de abril del 2000 es una fecha dolorosa para la familia Angulo Castañeda. Jamás la olvidarán. Gerardo y Carmenza regresaban ese Miércoles Santo en su Daihatsu Feroza a la casa de La Calera tras hacer unas compras. Cerca de las 10 de la noche la pareja fue interceptada por un carro del que se bajaron hombres armados. Uno de ellos se subió al vehículo de los esposos y los obligó a manejar rumbo a la vía La Calera - vereda Nuevo Mundo. Habían sido secuestrados.

Los vecinos de la pareja y un celador de la zona alertaron esa misma noche a las autoridades y a la familia de Carmenza y Gerardo sobre el secuestro. Desde ese momento sus cinco hijos -Patricia, William, Héctor, Magnolia y Helmuth- comenzaron a recabar pistas e información que dieran con el paradero de sus padres. A los pocos días encontraron el Daihatsu abandonado en la vía que conduce al sector de Chingaza. La tristeza, el miedo y la incertidumbre los invadió. Dos semanas después del rapto, Magnolia recibió una llamada que confirmaba sus temores: un hombre que se identificó como guerrillero de las Farc-EP le dijo que sus padres estaban en poder de ese grupo armado ilegal.

Pasaron dos semanas más para que las Farc-EP volvieran a comunicarse con la familia. Pero esta vez exigieron 800 millones de pesos por la liberación de Carmenza y Gerardo. Ni los hijos ni otros miembros de la familia tenían esa cantidad. Así que hablaron con la guerrilla para demostrar a través de sus declaraciones de renta que les era imposible reunir tanto dinero. Las Farc-EP respondió con una cifra menor, pero igual de impagable: 250 millones de pesos.

Luego de esa segunda comunicación, la familia perdió el contacto con los captores.

Desde ese momento los hermanos Angulo Castañeda y sus hijos iniciaron una búsqueda independiente y sin descanso. Se adentraron en zonas controladas por las Farc-EP, conversaron con comandantes de estructuras guerrilleras, solos o acompañados de las autoridades se entrevistaron con desmovilizados, informantes y exsecuestrados por la guerrilla; y acudieron a citas, incluso en cárceles, para contrastar versiones que contribuyeran a la búsqueda. Durante 22 años han destinado tiempo, salud y recursos para encontrar a sus padres y abuelos.

Gracias a esas indagaciones lograron dar con el sitio al que llevaron a Carmenza y a Gerardo y conocer detalles del secuestro. Los esposos Angulo Castañeda fueron retenidos por el Bloque Oriental de las Farc-EP, que estaba al mando de Henry Castellanos Garzón, alias ‘Romaña’. La pareja fue conducida de La Calera hacia el sector de Chingaza y de allí la trasladaron a la parte montañosa del municipio de San Juanito, en el departamento de Meta, donde la guerrilla tenía campamentos con otras personas secuestradas.

La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas -UBPD-, que hace parte del Sistema Integral para la Paz (junto con la Jurisdicción Especial para la Paz -JEP- y la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición -CEV-), trabaja en una búsqueda planificada, organizada, estructurada, masiva y participativa.

A través del proceso de búsqueda de los esposos Angulo Castañeda se puede comprender cómo la UBPD planifica y organiza cada momento de la búsqueda e involucra a las familias y a las organizaciones de la sociedad civil que llevan años y décadas trabajando de manera independiente por encontrar a sus seres queridos desaparecidos.

La acción humanitaria para la recuperación de los cuerpos de Carmenza y Gerardo la construyó la UBPD a partir de la investigación extrajudicial que comenzó en 2018 cuando la JEP remitió la solicitud de búsqueda en desarrollo del Macrocaso 01: ‘Toma de rehenes, graves privaciones de la libertad y otros crímenes concurrentes cometidos por las Farc-EP’.

Uno de los retos que ha enfrentado la búsqueda de los esposos Angulo Castañeda ha sido el de no haber podido encontrar una fuente viva que permita construir la verdad y responder qué pasó y dónde fueron sepultados los cuerpos. Sin embargo, con la información aportada por la familia, la CCJ, EQUITAS y otras fuentes, la UBPD construyó una cartografía detallada y en octubre de 2021 intervino un sitio de interés forense de 11.033 metros cuadrados en las montañas de San Juanito, donde abrió alrededor de 1.300 pozos de sondeo. Esto fue fundamental para encontrar razonables los argumentos de Helmuth, quien en el cuarto día de la acción humanitaria pidió a la antropóloga líder seguir su corazonada y continuar la búsqueda en el polígono 14. Su corazonada permitió la recuperación de un cuerpo: el de Carmenza.

“Sin la firma del Acuerdo de Paz, sin el fin del escenario bélico que azotó al país por más de cinco décadas, sin que los actores armados de las extintas Farc no estén delinquiendo y estén dispuestos a colaborar con las víctimas, sin el acompañamiento permanente de la Comisión Colombiana de Juristas y el Equipo de Equitas, sin la existencia de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas y de la Jurisdicción Especial para la Paz, no hubiera sido posible encontrar el cuerpo de nuestra madre, Carmenza de Angulo, secuestrada por la guerrilla hace 22 años. No desistiremos hasta hallar también a nuestro padre Gerardo Angulo y conocer la verdad sobre el cautiverio de ‘los abuelos’. Como víctimas del conflicto demandamos garantías de verdad, justicia, reparación y sobre todo de no repetición. No más víctimas de desaparición”.

Con estas palabras la familia Angulo Castañeda se pronunció frente a la entrega digna del cuerpo de su madre y abuela Carmenza Castañeda de Angulo, quien descansa en paz en el lugar escogido por sus cinco hijos y 20 nietos, 22 años después de que fuera secuestrada junto con su esposo Gerardo. Previamente, el domingo 24 de julio de 2022, hubo una ceremonia eucarística en el Santuario de María Rosa Mística, del municipio de Tenjo, Cundinamarca.

Para la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, esta ceremonia de entrega digna representa un avance significativo del trabajo humanitario y extrajudicial que adelanta la entidad en compañía de familiares y organizaciones de la sociedad civil, para buscar a las personas desaparecidas en razón del conflicto armado.